Por Fernando Sa Ramón
Una de las tareas divulgativas más difíciles de hoy es desmentir y explicar la gran cantidad de mitos, leyendas urbanas, bulos, supersticiones, rumores y engaños que circulan por nuestra desorientada sociedad y que ya se encuentran arraigados en la cultura popular. En muchos casos, se pueden demostrar de forma clara, visual y fácil, pero, en general, es una tarea ímproba y agotadora.
En la entrada anterior hemos analizado los mitos sobre el uso de nuestro cerebro, las dimensiones de la Gran Muralla China y otras grandes construcciones humanas, y el supuesto efecto de la Luna sobre los seres vivos. Aquí continuamos desmenuzando otras leyendas y teorías igual de curiosas y comunes en la industria cultural y la cultura popular. Y si se te ocurren más, no dudes en contarnos.
Los sonidos del espacio
Exceptuando unas pocas, las películas de ciencia ficción se saltan muchas leyes físicas para favorecer la espectacularidad y generar más emociones en el público. Algo muy común y recurrente es el del sonido en el espacio (explosiones, motores de naves): en el espacio exterior NO se oye el sonido, puesto que es una vibración que se transmite por medios físicos (aire, sólidos, agua…) y, en el vacío espacial no los hay; por tanto, no se propaga, aunque se vean los hechos que lo producirían. Tampoco son auténticas esas explosiones que se suelen mostrar, ya que no hay oxígeno para que se produzcan tales combustiones. Tomemos las películas como lo que son: entretenimiento y mucha imaginación.
Los vidrios de las vidrieras antiguas son más gruesos en la parte de abajo que en la de arriba porque, con el paso de tanto tiempo, el vidrio ha fluido un poco.
Lo que mucha gente no sabe es que se hacían los paneles de vidrio un poco más gruesos en la parte inferior a propósito para que aguantara mejor el peso. Parte de la comunidad científica afirma que el vidrio es un «fluido metaestable», pero eso NO significa que se mueva como la miel o la cera a lo largo de años o siglos. Es más, en el transcurso de millones de años, es muy probable que se cristalice, porque ese es un estado más estable que su estado amorfo actual (sin grupo cristalino). Alguien pensará que, geológicamente, las rocas y los cristales se deforman con el paso de mucho tiempo, pero para eso hacen falta monstruosas presiones y temperaturas, las cuales no se dan en el ambiente de las catedrales.
Los rayos no caen dos veces en el mismo sitio
Muchas veces se oye decir esto, y me temo que es falso: los rayos caen donde y cuando “les apetece”, no hay una norma ni una forma de pronosticar lo que hará algo que desata tanta energía de golpe. Sí es más probable que golpeen en objetos metálicos y en mayor altura, pero no es condición necesaria ni invariable, sólo es más previsible.
Es habitual que las ráfagas de varios rayos incidan en un mismo punto en segundos, incluso en repetidas ocasiones en una misma tormenta, ya que hay, al parecer, determinadas zonas geológicas o edáficas que atraen más a los rayos que otras, aun siendo de menor altura que otros elementos que las rodean, porque estas contienen más minerales metálicos o ferrosos, o agua con más sales, por ejemplo. También les atraen mucho los aparatos electrónicos, así que mucho cuidado con los móviles y cámaras durante las tormentas.
El efecto mariposa
El llamado «efecto mariposa» suele llevar a interpretar literalmente esas palabras, pero por más que mueva las alas una mariposa, no va a provocar un huracán a largo plazo. Lo que quiere decir esta metáfora es que muchas acciones tienen sus repercusiones, a veces inesperadas, como el cambio climático, las especies invasoras, la globalización negativa, la sobreexplotación de recursos.
El agua del váter gira para lados opuestos según el hemisferio
Un tema que desata bastantes discusiones es el del giro del agua en los desagües del hemisferio norte y del sur. Según mantienen algunas personas, el agua al vaciarse de un lavabo o un recipiente similar, gira en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte y al revés en el hemisferio sur debido a la rotación de la Tierra.
Pues esto es falso. Estas personas que buscan atraer turistas u obtener visitas a sus perfiles simplemente determinan la dirección del giro dependiendo de cómo o por dónde sale el agua. Incluso hay vídeos en los que el giro les ha salido al revés en países distintos que están situados en el mismo hemisferio.
Parte de la explicación de esta falacia se debe a la falta de comprensión del efecto Coriolis: se trata del efecto que se observa cuando un objeto se encuentra en movimiento en un sistema de referencia en rotación, que consiste en una aceleración relativa del objeto respecto de ese sistema en rotación, perpendicular al eje de giro y a la velocidad del cuerpo. Dado que el objeto parece ganar una aceleración desde el punto de vista del observador en rotación, es como si para este hubiese una fuerza que acelera al objeto (no así para el observador exterior), pero en realidad no la hay, es una fuerza inercial o ficticia que se introduce para explicar esa aceleración aparente debida a que el sistema está rotando, y es lo que se llama «fuerza de Coriolis».
Pues bien, este efecto es determinante para las masas totales de agua y de aire de nuestro planeta, pero NO para unas cantidades tan pequeñas como la de un lavabo o un cubo, ni siquiera una piscina, ya que estas, desde el punto de vista de la Física, forman parte del mismo sistema en rotación (la Tierra), y, por tanto, las formas de desaguar dependerán de otros factores más significativos como rozamientos, viento, rugosidades, o el lado hacia el cual se haya sacado el tapón, y muchas veces el agua ni siquiera gira.
Para entenderlo mejor hay que saber que cualquier masa pequeña de agua en reposo nunca comienza a girar poco a poco por el efecto Coriolis, y al contrario, si la hacemos girar hacia un lado o hacia el otro, parará por sí sola (por ejemplo, en cubos, charcos, piscinas o lagos). Por la misma razón, si damos un buen salto hacia arriba, la tierra no se nos va de los pies y nos adelanta, sino que (afortunadamente) volvemos a caer en el mismo punto.
La ilustración muestra el patrón para los anticiclones. Las borrascas giran en sentido opuesto.
Sin embargo, el efecto Coriolis es un efecto real y claro para los sistemas de nubes y corrientes de la atmósfera: las altas presiones tienden a fluir hacia las bajas presiones (diferencias originadas por el desigual calentamiento de la superficie de la Tierra por parte del Sol, que es el motor de la meteorología y el clima), y aquí ese gran flujo (el viento) sí es afectado, pero muy poco a poco, por la rotación terrestre, de manera que, en el hemisferio norte, va girando a la derecha, y en el sur, a la izquierda. Así se van formando los sistemas nubosos y de viento y su giro predominante, cuyo caso más extremo son los ciclones tropicales (huracanes y tifones); los tornados pueden girar en uno o en otro sentido, en el que lleva la formación nubosa o al contrario, porque dependen de otros factores meteorológicos y geográficos más complejos y, sobre todo, de las diferencias de presiones en la propia tormenta y en los alrededores.
¡Nos fumigan desde el cielo!
Interesante la cantidad de teorías que surgen en torno a los chemtrails y esas ideas de que «nos fumigan desde aviones», o que lanzan cosas para que llueva y para que no llueva, que siembran virus, que nos controlan la mente con sustancias químicas, que si quitan las nubes o se las echan a los vecinos, que provocan enfermedades con los productos químicos usados para intentar disipar tormentas.
En esto hay una pequeñísima parte de verdad y todo lo demás es bulo puro y duro, maldad de unos, ignorancia de otros y autoengaños de quien quiera.
Las estelas que dejan los aviones en altura no son más que vapor de agua congelada con un poco de contaminación por quemar combustible, como cualquier motor, y su duración en el cielo depende de las distintas condiciones atmosféricas.
Por otra parte, hace mucho tiempo que se hacen pruebas para intentar controlar las lluvias, el granizo y las tormentas, por ejemplo, mediante siembra de gránulos salinos para que se formen gotas con mayor facilidad, pero para ello hacen falta nubes, así que en días claros o con simples cirros de gran altura, las estelas poco van a hacer, excepto cubrir el cielo con un velo traslúcido.
No sabemos si en el futuro se podrá controlar el clima o no, pero hoy por hoy, no es posible. Y si un día se llegara a hacer, solo provocaría más desigualdades y guerras. En general, la intención científica puede ser para el bien, pero la historia demuestra que el dominio de algo así nos enfrentará aún más.
Y lo de “fumigarnos”, “enfermarnos” y “envenenarnos”, no es necesario que lo hagan desde aviones: ya se hace desde aquí abajo, y es más sencillo y barato.
¿Cuál es el parásito más resistente? ¿Una bacteria? ¿Un virus? ¿Una lombriz intestinal?... UNA IDEA. Una vez que una idea se ha instalado en el cerebro es casi imposible erradicarla. Incluso puede contagiarse.
(De la película Inception)
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