Cuerpos del Sistema Solar donde ha llegado un objeto fabricado por la especie humana

Por Fernando Sa Ramón

Aunque el ser humano aún no ha ido más allá de la Luna, muchos de los objetos que ha construido sí han recorrido gran parte del sistema solar, y han visitado o aterrizado en casi todos sus planetas, en asteroides y en cometas. Este es un repaso de los cuerpos donde han llegado objetos de creación humana.


Concepción artística de la sonda Cassini en su maniobra de inserción en órbita alrededor de Saturno. @NASA

Es realmente asombroso el hecho de que la humanidad, hasta ahora, haya enviado naves no tripuladas a investigar todos los planetas del Sistema Solar y muchos de sus satélites, y asteroides, cometas, planetas enanos, y cuerpos transneptunianos (más allá de la órbita de Neptuno), aunque sería más justo decir que lo ha hecho la comunidad científica para el bien común. Si bien la mayor parte de todas estas sondas sólo se acercan y orbitan sus objetivos, lo más impresionante es que hay 14 cuerpos celestes que han recibido sobre su superficie alguna máquina de fabricación humana.

Cabe destacar que hasta 2019 eran 11, y en pocos meses hubo que añadir tres más a la lista. Los logros de la carrera espacial se suceden hoy día con tal rapidez que, al hablar de un tema, suele ocurrir que queda obsoleto o superado en poco tiempo. Así que, en este caso, y asegurando que pronto volverá a aumentar la lista a medida que lleguen nuevas sondas a nuevos objetivos (en especial, asteroides), los mundos que nos ocupan son: la Luna, Venus, Marte, Titán (satélite de Saturno), el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, los asteroides Eros, Itokawa, Ryugu y Bennu, y, con matices que después iremos aclarando, el cometa 9P/Tempel1, el asteroide Dimorfo, Júpiter, Mercurio y Saturno.

La Luna

Es la más cercana y «asequible», y la única que ha recibido astronautas (12 hasta la fecha, de los 24 que la han orbitado). De allí se han traído 382 kilos de rocas, pero en su superficie descansan 175 toneladas de materiales nuestros desde el comienzo de este hito espacial, repartidas en decenas de aparatos y restos de naves de varios países sobre los cuales hemos hablado extensamente en esta entrada.

Aparte de la Luna, sólo se han recopilado muestras del pequeño asteroide Itokawa con la nave japonesa Hayabusa, las muestras de Ruygu con Hayabusa 2 y de Bennu con OSIRIS, y polvo del cometa 81P/Wild 2 con la Stardust de la NASA, pero hay varios proyectos para Marte y para más cometas y asteroides.

El 3 de enero de 2019 se produjo un nuevo hecho histórico: China logró poner una nueva nave con un robot en la cara oculta de la Luna (Chang’e 4 y Yutu-2; la primera, en la cara visible, fue la Chang’e 3 y Yutu-1). Y el 11 de abril de 2019, se estrelló una nave de Israel que no logró aterrizar con éxito, la primera de ese país, y pagada con capital privado, lo que deja al margen las connotaciones religiosas de la misión y de la cápsula con datos de la humanidad que portaba.  

Venus

En Venus se encuentran al menos doce naves Venera más dos unidades de descenso Vega, todas soviéticas, y 5 Pioneer Venus estadounidenses; realizaron análisis y enviaron datos y fotografías durante unos minutos hasta que la infernal atmósfera de ácido sulfúrico, 500 grados y 90 atmósferas de presión, las inutilizó.

Marte

En Marte hay nueve naves de EEUU: Viking 1 y 2, no móviles y ya no operativas; la Pathfinder con su pequeño rover Sejourner (que fue el primero); los rover Opportunity (MER-B), el Spirit (MER-A), atascado en una duna y ya sin contacto con la Tierra, y el Curiosity, aún en funcionamiento; la nave Phoenix, no móvil, en el polo N; los recién llegados InSight (también fija) y el rover Perseverance. Tres naves soviéticas ya inactivas (Marsnik 3 y 6, y la 2 que se estrelló). Y los restos de las europeas Beagle 2 y Schiaparelli, que no tuvieron éxito al aterrizar.

Es de destacar la participación española en varias misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de la NASA, sobre todo en tecnología atmosférica y meteorológica.

Entre las estaciones que ya están fijadas en Marte, las que van instaladas en vehículos y las que irán llegando, se está creando la primera red global meteorológica y en tiempo real en otro mundo fuera de la Tierra, y que ya se puede consultar diariamente desde aquí. Y está la nave china Tianwen-1, que consta de un orbitador, un aterrizador y un rover (desde mayo de 2021).

En la Luna, Venus y Marte hay que añadir que también se encuentran numerosos restos de misiones fallidas o estrelladas a propósito, escudos de protección térmica de entrada, paracaídas de frenado, globos de aterrizaje, entre otras cosas.

Júpiter

La nave Galileo de la NASA, que estuvo estudiando este gigante gaseoso, desprendió una sonda en diciembre de 1995, que se hundió en la atmósfera del planeta, primero con un escudo térmico y, después, con un paracaídas, y ha transmitido valiosos datos durante unos 50 minutos y 200 km hasta que fue, seguramente, destruida por las altas temperaturas y presiones (dejó de comunicar a unas 22 atmósferas).

En septiembre de 2003 se hizo sumergir a Galileo en Júpiter para evitar que, una vez agotados su combustible y su misión, pudiera estrellarse en alguno de sus satélites y contaminarlos. Actualmente es Juno, una nave mucho mayor, la que ha tomado el relevo y nos sorprende con sus asombrosas fotos. De momento no sabemos cómo será su final, pero es probable que también sea introducida en Júpiter. 

Cometa 9P/Tempel 1

La sonda Deep Impact de la NASA lanzó un impactador de 375 kg a gran velocidad contra el cometa, y produjo un brillante destello y un cráter del tamaño de un campo de fútbol, acontecimiento que fue estudiado desde la propia nave y desde la Tierra para investigar la composición de estos cuerpos. Luego, la nave siguió camino para estudiar y fotografiar otros cometas, como hizo con el 103P/Hartley 2 en la misión denominada EPOXI, pero después se perdió la comunicación.

Superficie de Titán fotografiada por la sonda Huygens (NASA/ESA/ASI).
Las «rocas» son de agua congelada a unos -170º C.

Titán

Titán es el mayor de los satélites de Saturno y el segundo en tamaño de todo el Sistema Solar (de hecho, nuestra Luna es menor que Ganimedes, Calisto e Ío de Júpiter, y que Titán; Ganimedes y Titán son mayores que el planeta Mercurio).

La nave Cassini-Huygens que ha estado estudiando a Saturno, sus lunas y sus anillos, envió la sonda Huygens a la superficie de Titán en enero de 2005 y, desde entonces, envía fotografías y análisis de enorme importancia de su helada superficie y su gélida atmósfera de hidrocarburos, gracias a la colaboración entre NASA, ESA y ASI (Agencia Espacial Italiana). Huygens es la primera sonda en posarse en otro satélite que no sea la Luna y, además, del sistema solar exterior (más allá de Marte). 

Asteroide EROS

Fue el primer asteroide en ser orbitado por una nave espacial, la NEAR Shoemaker de la NASA, que, además, aterrizó después sobre él de forma improvisada, gracias a la baja gravedad, ya que no había sido diseñada para ello, pero aun así estuvo trasmitiendo durante medio mes desde la superficie (la misión finalizó). (433)Eros es el segundo asteroide cercano a la Tierra en tamaño, 33 x 13 x 11 km, después de (1036)Ganimedes (atención, no confundir con el satélite Ganimedes de Júpiter). Los acrónimos en inglés N.E.A.R. y N.E.O. se utilizan para misiones y estudios de objetos con órbitas cercanas a la Tierra (Near Earth Asteroid, Near Earth Objet). 

Asteroide ITOKAWA

La sonda japonesa Hayabusa lanzó un pequeño aterrizador-rebotador al acercarse al asteroide, pero un fallo hizo que no tacara la superficie y se perdiera en el espacio (se denominaba Minerva); días después, Hayabusa aterrizó en (25143)Itokawa, aunque más correcto sería decir «se posó» o «se sujetó», debido a la poca gravedad (mide 0,5 x 0,3 x 0,2 km), disparó unos pequeños proyectiles y recogió los fragmentos arrancados de roca con una especie de embudo, operación repetida en tres puntos. Luego regresó a la Tierra con ellos, tras cinco años de viaje. (Pausa valorativa). Resumido así parece que fuera como ir a buscar unos minerales al campo, pero el asunto es infinitamente más complejo (y lo mismo podemos decir de todas las demás misiones que se están nombrando), es un logro espectacular y sin precedentes, de una complejidad física y tecnológica difícil de asimilar, acaso sólo igualado por el siguiente en la lista.

Cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko

Por suerte, algunas veces, hay acontecimientos científicos que tienen una gran cobertura mediática (el que sea incorrecta muchas veces, ya es otra cuestión), como sucedió con la llegada de la nave Rosetta al cometa Chury en 2014. Así se puede comprender mejor un proyecto tan difícil y largo en el tiempo, en este caso de la ESA. Rosetta envió a su pequeña sonda Phillae, que no aterrizó bien y rebotó unos cientos de metros hasta quedar atascada en una grieta, pero aun así pudo realizar parte de su trabajo en conjunto con la nave principal, que orbitaba al cometa.

Meses después, al finalizar su misión, se hizo aterrizar y autodesconectarse a la propia Rosetta, que siguió recopilando datos y fotos hasta el último momento; así que, ahora, las dos naves viajan en el cometa hasta su final o hasta que alguna eyección de material cometario, cuando se acerque al Sol, las expulse al espacio… Entre la monumental cantidad de datos sobre el Churyumov que recogieron podríamos destacar el que encontraron 16 compuestos orgánicos (12 ya se conocían en otros cometas, y, además, isocianato de metilo, propanal, acetona y acetamida); algunos son aminoácidos precursores de la vida. La inmensa cantidad de datos recopilados por todas estas navecillas modernas daría para llenar varias enciclopedias y superordenadores.

 Mercurio

El 30 de abril de 2015, la nave Messenger fue estrellada contra Mercurio, el planeta más cercano al Sol, tras varios años de haber estado estudiándolo, maniobra que fue programada por la NASA después de que la misión había funcionado más años de lo previsto. Es lo que suele ocurrir con estas sondas, sólo hay que recordar que las Voyager todavía se comunican con la Red de Espacio Profundo en la Tierra más de 45 años después. Por tanto ha sido muy fructífera e importante por la enorme cantidad de datos recogidos y de facetas desconocidas de Mercurio que ahora se conocen. En 2018 se lanzó la misión BepiColombo (Europa y Japón) para realizar más estudios; se espera que llegue a Mercurio en marzo de 2026, y su misión se extenderá hasta 2028. Al finalizar, las tres naves que la componen también serían estrelladas contra el pequeño planeta.

Animación de la trayectoria de BepiColombo alrededor de Mercurio. CC BY-SA 4.0.

 Saturno

El 15 de septiembre de 2017, la nave Cassini, tras 20 años de impresionante misión, también fue obligada a introducirse en la atmósfera gaseosa de Saturno con el fin de que no hubiera la posibilidad de estrellarse y contaminar alguno de sus intrigantes satélites. Después de haber visitado Júpiter (sólo de paso y para recibir un tirón gravitatorio) y haber dejado la sonda Huygens en Titán, la misión también pudo alargarse varias veces, y Cassini envió algunas de las fotografías más espectaculares de la historia, del planeta y de su polo norte con nubes que forman un hexágono, sus tormentas descomunales, los anillos, los satélites, y de los geiseres de Encélado, de hielo de agua y otros componentes. También fue la primera nave en pasar varias veces entre Saturno y sus anillos, justo antes de su apoteósico y romántico final.

Asteroide RYUGU

(162173)1999JU3 (Ryugu) es el asteroide de unos 900 metros recientemente visitado por la sonda japonesa Hayabusa 2, que portó 4 pequeños aparatos que han estudiado su superficie. Primero los Minerva II 1A y 1B, luego el MASCOT (franco-alemán) y Minerva II 2. En marzo de 2019, la sonda tocó la superficie, disparó un pequeño proyectil, y aspiró el material; en abril realizó un cráter con otro proyectil mayor para recoger muestras de más adentro, que recogió en julio (segunda vez en tocar la superficie) para traerlas todas a la Tierra, como hizo su predecesora Hayabusa en el asteroide Itokawa. Además, en el caso de Ryugu, los aparatos nos enviaron fotos y vídeos desde allí.              


Asteroides Bennu, Ryugu e Itokawa a escala (JAXA/NASA)

Asteroide BENNU

La sonda OSIRIS-REx de la NASA orbitó y estudió durante casi dos años este pequeño cuerpo de unos 490 m; en octubre de 2020, un brazo robótico se posó y hundió unos centímetros en su poco consolidada superficie, sopló nitrógeno comprimido y absorbió unos gramos de polvo y rocas. Llegaron a la Tierra en setiembre de 2023, aunque hubo que esperar unos meses para poder verlas, hasta que se pudieron sacar dos tornillos del contenedor, que se atascaron.

Asteroide DIMORFO

El asteroide Dídimo, de tipo Apolo cercano a la Tierra, tiene un pequeño satélite llamado Dimorfo; la nave DART de la NASA se construyó para hacer una prueba de «defensa planetaria» y hacerla chocar contra Dimorfo para evaluar los resultados y la desviación de su órbita alrededor de Dídimo. El 26 de septiembre de 2022, la DART de la NASA realizó el impacto, que fue grabado por dos cámaras de una pequeña sonda que portaba DART (denominada LICIACube) y por aparatos en la Tierra y en su órbita. Es el segundo choque intencionado contra un objeto (recordemos que el primero se hizo contra el cometa Tempel 1), pero este resulta más interesante por el hecho de que es la primera vez que se prueba si seríamos capaces de desviar un cuerpo que viniera contra nuestro planeta. Y, aunque no se deben extrapolar los resultados a otros asteroides o situaciones con ellos, fue un éxito, y la órbita alrededor de Dídimo cambió entre 1 y 4 por ciento. Además, una nube y una cola de escombros acompañó al conjunto, durante un tiempo, como si de un pequeño cometa se tratara. 

«Tenemos su satélite. Si lo quieren de vuelta envíen 20 mil millones en moneda marciana. No intenten nada gracioso o no lo verán nunca más». 

Broma que apareció escrita en el hall del Jet Laboratory Propulsion de la NASA después de que se perdiera contacto con el Mars Polar Lander, diciembre de 1999.


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