La compleja clasificación de los meteoritos. Parte I

 Por Fernando Sa Ramón (AAHU)

En noviembre de 2024, hablamos sobre los cuerpos menores del Sistema Solar y algunas de sus clasificaciones, y también hemos hablado sobre la caída de meteoritos en la Tierra. Este y los dos siguientes artículos se dedican exclusivamente a los meteoritos y sus diversas clasificaciones.

El astrónomo Peter Jenniskens con el meteorito que impactó en el desierto de Nubia,
norte de Sudán, en 2008. Crédito: NASA/SETI/P. Jenniskens. 

Comencemos por hacer una importante distinción:

Un meteoroide es un cuerpo menor del Sistema Solar con un tamaño comprendido entre 100 micras (0,1 milímetro) y 50 metros (en algunas propuestas científicas, entre 100 micras y 10 metros). Un meteorito es un meteoroide que alcanza la superficie de la Tierra o la de otros planetas o satélites debido a que no se desintegra por completo en la atmósfera. También son meteoritos los fragmentos de asteroides desintegrados al chocar contra el suelo.

Los cuerpos de menos de 100 micras se consideran polvo cósmico, y los mayores de 50 metros, asteroides; todos ellos y los cometas provienen de restos de la formación del Sistema Solar o de choques entre ellos y con planetas.

Hasta hace pocos años, había una clasificación que ha quedado obsoleta por los recientes descubrimientos y avances científicos que hacen necesaria una revisión constante, y la actual atiende al estudio de su estructura, composición química, isotópica y mineralógica. Con todo, según algunas opiniones de una parte de la comunidad científica, cada meteorito es único, especial y diferente de los demás. 

Por tanto, y avisando de la compleja lógica de esta necesaria clasificación, vamos a exponerla poco a poco y resumida. En el próximo artículo daremos unos ejemplos para entender mejor cómo se nombran los meteoritos.

«Los meteoritos son poco más que piedras o trozos de metal, y, para colmo, muchas no son estéticas. Cuando profundizas te das cuenta de que son las rocas más fascinantes y bellas que existen».

José Vicente Casado y David Allepuz, expertos en meteoritos

Primero veamos tres criterios de clasificaciones complementarias que se utilizan para añadir información rápida y accesoria sobre el estado que presenta un determinado meteorito y los datos de su recogida. Estas son por metamorfosis de choque, por meteorización y por su recogida.

Por metamorfismo de choque

Refiere a la fuerza del impacto que tuvo el cuerpo de donde procede y que lo ha podido remodelar.

La «S» es de shock (‘choque’ o ‘golpe’ en inglés), GPa es por gigapascal, la unidad de presión que expresa la fuerza del impacto y que equivale a 1000 millones de kilogramos por metro y segundo cada segundo. Los símbolos < y > significan «menor de» o «mayor de», respectivamente.

S1: sin choque, < 5 GPa

S2: choque muy débil, 5 a 10 GPa

S3: choque débil, 10 a 20 GPa

S4: choque moderado, 30 a 35 GPa

S5: choque fuerte, 45 a 55 GPa

S6: choque muy fuerte, 75 a 90 GPa

Roca fundida por el choque, > 90 GPa

Por meteorización

Según la alteración sufrida ya en la Tierra, debida a su exposición a la meteorología local. La «W» es de weathering (‘erosión’ o ‘meteorización’ en inglés).

W0: aparentemente sin alteración

W1: alteración muy débil

W2: alteración débil

W3: alteración moderada

W4: alteración fuerte

W5: alteración muy fuerte

W6: alteración masiva que reemplaza los silicatos por minerales arcillosos y óxidos.

Por su recogida

1. Caídas (fall): los que han sido vistos, grabados o indicados por testigos cuando atravesaban la atmósfera y que se pueden recoger antes de que se alteren a la intemperie (si no han caído en áreas desfavorables), con lo que se puede tener información de su lugar, coordenadas e incluso hora, fecha y posibles trayectoria y procedencia.

2. Hallazgos (find): los que se han encontrado, pero no se pueden atribuir directamente a fenómeno luminoso o sonoro observado en épocas recientes.

3. Compras (bought), habitualmente con datos imprecisables.

Los hallazgos son la mayoría, algunos están alterados porque llevan mucho tiempo en tierra, y otros no, sea por caídas recientes o por estar protegidos por alguna circunstancia, como pueden ser el hielo de la Antártida o la aridez de los desiertos.

 A principios del año 2016, la Sociedad Meteorológica tenía reconocidos oficialmente 61 707 meteoritos en el mundo; de ellos, 41 113 son de origen antártico, casi el 70%. El resto casi todos provienen de zonas desérticas, algo razonable si pensamos que son los lugares donde mejor se distinguen del entorno. En el mar y en los bosques también caen, pero, lógicamente, no es nada fácil encontrarlos.

Alex Meshik y Morgan Nunn Martínez recogen un meteorito en la cordillera Miller Range
(Antártida) durante una exploración del programa ANSMET (Antarctic Search for Meteorites).
Enero de 2019. Créditos: NASA/JSC/ANSMET

Clasificación por composición y procedencia

Esta clasificación es una de las más modernas, y ofrece dos grandes grupos básicos con sus abundantes divisiones y subdivisiones:

No diferenciados, o Primitivos (no fundidos), o Condritas (compuestos por pequeñas esferas o cóndrulos). Formados por materiales agrupados que apenas han sufrido transformaciones desde el origen del sistema Solar; algunos contienen gránulos anteriores a éste (carbono, silicatos, carburos y óxidos).                         

Diferenciados o fundidos. Los materiales han sufrido cambios importantes por calor, presión, choques y desintegración radiactiva, ya que han formado parte de cuerpos de mucho más tamaño; se dividen en tres tipos: rocosos, metálicos y metal-rocosos.

La nomenclatura está conformada por las iniciales de las localidades de caídas históricas y por otras características relacionadas con su composición.

En la siguiente entrada ahondamos en esta clasificación, ya que es muy amplia. Y posteriormente, te daremos ejemplos para que quede un poco más claro.

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