Por Fernando Sa Ramón (AAHU)
En el artículo anterior, hemos hablado sobre dos de los objetos menores de nuestro sistema solar: los meteoroides y los asteroides, y hoy continuamos analizando las particularidades de los cometas, los cuasisatélites y los objetos transneptunianos.
Foto de Lluís Romero Ventura, socio de la AAHU, desde Astrotolva.
Cometas
Los cometas consisten en cuerpos celestes constituidos por hielo, polvo y rocas que orbitan al Sol en diferentes trayectorias elípticas, parabólicas o hiperbólicas, de gran excentricidad, lo que hace que se acerquen al Sol y, entonces, sus componentes se sublimen formando la coma o cabellera y las colas de polvo y gas ionizado. Los cometas pueden proceder del cinturón de Kuiper (más allá de Neptuno) o de la nube de Oort (mucho más lejos), donde podría haber miles de millones, o hasta billones de ellos.
Las características de sus órbitas hacen que las perturbaciones gravitatorias del Sol y de los planetas gigantes puedan llevarlos a estrellarse en cualquier planeta o en el Sol, o a que salgan despedidos fuera del Sistema Solar; ambos hechos también pueden suceder con algunos asteroides.
Según sus periodos de traslación, los cometas se agrupan en estas categorías:
• P/, cometas periódicos, con un periodo inferior a 200 años (como el Halley).
• C/, cometas no periódicos o con periodo superior a 200 años (como el Boguslawsky, C/1835 H1, o el Tsuchinshan-ATLAS, C/2023 A3, que nos visitó recientemente).
• X/, cometas con su órbita sin precisar o solo conocidos por datos históricos (como el gran cometa del año 1106, X/1106 C1).
• D/, destruido o perdido (como el Shoemaker-Levy 9, D/1993 F2).
• A/, reclasificado como asteroide porque, primero, se pensó que era cometa.
También se clasifican según su tamaño:
cometa enano, de 0.05 a 1.5 kilómetros.
cometa pequeño, de 1.5 a 3 km (como el 103P/Hartley 2).
cometa mediano, de 3 a 6 km (como el 17P/Holmes).
cometa grande, de 6 a 10km (como el 19P/Borelli).
cometa gigante, de 10 a 50 km (como el Halley o el Swift-Tuttle).
cometa “Goliat”, más de 50 km (como el Hale-Bopp C/1995 O1).
Varios cometas, generalmente de periodo corto, se consideran «Cercanos a la Tierra» (NEC) cuando se acercan mucho a nosotros (representan alrededor del 0,6% de los NEO); hasta hoy, 20 de ellos han pasado a menos de 0,1 ua.
Cuasisatélites
Los cuasisatélites son objetos que, orbitando en torno al Sol, se encuentran en resonancia orbital 1:1 con un planeta, lo cual hace que mantengan unas órbitas relativamente estables durante mucho tiempo (recordemos que la resonancia orbital es una fracción de números enteros simples en los periodos de las órbitas de dos cuerpos, que muestran una influencia gravitatoria regular).
Un cuasisatélite completa una órbita en el mismo tiempo que lo hace el planeta, pero describiendo una órbita distinta y de diferente excentricidad, sin ser un verdadero satélite, porque no se encuentra en la zona en la que domina la gravedad del planeta sobre las fuerzas gravitatorias externas (esfera de Hill), y, por eso, su órbita puede ser alterada y él puede ser expulsado por perturbaciones gravitacionales externas.
Hasta hoy se conocen nueve cuasisatélites de la Tierra y uno de Venus; no se han detectado en los demás planetas, aunque podría haber en Urano y Neptuno, y con poca probabilidad en Júpiter y en Saturno.
Se han detectado también algunos cuerpos pequeños que quedan atrapados temporalmente por la gravedad terrestre y que, después, se alejan, a los que se ha denominado “Satélites temporales”.
Objetos transneptunianos, OTN o TNO (por sus siglas en inglés)
Son los cuerpos del Sistema Solar cuya órbita se sitúa total o parcialmente más allá de la órbita de Neptuno y que no son planetas enanos; los planetas enanos que se hallan más allá de Neptuno se llamarán, también, Plutoides, pero no son cuerpos menores (el conjunto Plutón-Caronte, Eris, Makemake y Haumea, hasta ahora).
• Cinturón de Kuiper, KBO (Kuiper Belt Objects). Disco circunsolar de entre 30 y 55 ua (hasta unos 8250 millones de km)
Cubewanos son los objetos clásicos del cinturón de Kuiper, sin resonancia con Neptuno (1992QB1, Varuna, Quaoar, Caos; el nombre proviene de la pronunciación inglesa del primero que se descubrió, 1992 /kiubiuán/).
Los que tienen resonancias de algún tipo con Neptuno.
Resonancia 1:1 son los troyanos de Neptuno.
Resonancia 2:3 (realizan 2 órbitas al Sol mientras Neptuno hace 3), también llamados «plutinos»; orbitan a 39,4 ua (Ixion, Orcus, Huya…).
Resonancia 3:5
Resonancia 4:7, a 43,7 ua
Resonancia 1:2, o «twotinos», a 47,8 ua (two TNO).
Resonancia 2:5, a 55,4 ua
Otras resonancias de orden superior, varios grupos (4:5, 3:7, 5:12, 2:7, 1:3, 1:4 , etc.).
• Disco Disperso, SDO (Skattered Disk Objects), región hasta unas 100 ua.
• Disco Disperso extendido (o exterior) u objetos separados, hasta unas 1020 ua; los sednoides (relacionados con Sedna, que podría ser un planeta enano, pero aún no ha sido clasificado como tal) se mueven entre 50 y 150 ua.
• Nube de Oort interior, o de Hills, una esfera hipotética de hasta 3x104 ua (unos 4,5 billones de km).
• Nube de Oort, una esfera hipotética de casi un año-luz de radio (unos 9,5 billones de kilómetros). En estas dos últimas, que podrían albergar varios billones de cuerpos, se originan probablemente la mayoría de los cometas, porque, a esas distancias, la influencia solar es muy débil y los objetos sufren perturbaciones exteriores de otras estrellas y de la propia galaxia.
Imagen artística de un disco protoplanetario, similar al que formó el sistema solar. Se cree que los objetos de la nube de Oort se formaron en el interior de estos discos. Imagen de dominio público.
Hasta el 30 de septiembre de 2016, había unos 1200 transneptunianos catalogados, de los cuales algunos ya tienen nombre: (420356)Pramzius, (385446)Manwe, (174567)Varda, (341520)Mors-Somnus, (148780)Altjira, (120347)Salacia, (66652)Borasisi, (88611)Teharonhiawako/Sawiskera ̶ un binario ̶ , (53311) Deucalión, (38628) Huya, (38083)Rhadamanthus, etc. Estos se pueden ver en la Lista de objetos transneptunianos (List of Transneptunian Objects- Minor Planet Center).
Los dos asteroides más exóticos que se conocen hasta ahora son el 2015BZ509, que, al parecer, estudiando su posición y su órbita, procede de otro sistema planetario y fue atrapado por la gravedad de nuestro Sol hace unos 4500 millones de años, mientras se formaba nuestro Sistema Solar; y el Oumuamua, 1I/2017U1, o 1I´Oumuamua, probablemente un pequeño viajero interestelar no ligado por gravedad al Sistema Solar, que lo atravesó casi perpendicularmente en noviembre de 2018 y se aleja para siempre en una trayectoria muy hiperbólica alterada por el Sol (su nombre, de origen hawaiano, quiere decir «llegado el primero desde lejos»).
Más reciente aún es el primer cometa interestelar confirmado en setiembre de 2019 (segundo cuerpo interestelar, por tanto, ¡y en pocos meses!) y llamado oficialmente 2I/Borisov (que fue el C/2019Q4 de forma provisional; Gennadiy Borisov es el astrónomo aficionado que lo descubrió). Atravesará el plano orbital con unos 40° de inclinación a una velocidad vertiginosa y tampoco se volverá a ver. Una de las consecuencias más importantes de estos hechos es que hemos descubierto que el Sistema Solar es visitado, a menudo, por «viajeros» de otras estrellas.
Un dato curioso que sirve de ejemplo de las complejas y sorprendentes interconexiones de la ciencia con la sociedad humana es que, debido a la tensión y posterior conflicto entre Rusia y Ucrania, Borisov es reconocido como astrónomo ruso en Rusia, pero es ucraniano para el resto del mundo (al margen de la irrelevancia de las fronteras en estos temas).
Casi todos los meteoritos que tenemos en la Tierra han llegado de los asteroides; sólo unos pocos provienen de la Luna y de Marte, y, algunos, de antes de formarse el Sistema Solar.
Los asteroides, los cometas y los meteoritos son los vestigios de la formación y evolución de nuestro sistema planetario; a veces son portadores de muerte y destrucción, pero si estamos aquí estudiándolos es debido, con mucha probabilidad, a que también son portadores de moléculas precursoras de la vida.
Como el propio ciclo de la vida y la muerte, creación y destrucción van unidas en la larga y compleja historia del Universo. Al fin y al cabo, todo lo que observamos, desde una minúscula roca que atraviesa el espacio hasta el mayor planeta, incluso nosotros mismos, es polvo de estrellas.
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