Por Carlos Garcés Manau (AAHU)
La mañana del sábado 21 de diciembre (en concreto, a las 10 horas y 21 minutos) comenzará el invierno. Es el día del solsticio, y para recibir la nueva estación, la Agrupación Astronómica de Huesca hará dos actividades de explicación del solsticio y observación de la puesta de Sol, que serán en la plaza Navarra el sábado 21 y junto a la laguna de Sariñena el domingo 22.
Aquí te contamos todo sobre este fenómeno y su relación con nuestro calendario.
Entre el 15 de diciembre y Año Nuevo, visto desde la plaza
Navarra, el Sol se pone cada tarde, en torno a las 17:30, justo al
final de la avenida Martínez de Velasco y crea, si las condiciones atmosféricas
son adecuadas, un espectáculo realmente mágico.
En el solsticio de invierno, el sol sale y se pone más al sur
que ningún día y alcanza a mediodía su menor altura anual. Estos son los días
más cortos y las noches más largas del año. Y se da el curioso hecho de que el
comienzo del invierno coincide, paradójicamente, con el momento en que la
Tierra se encuentra más cerca del Sol.
La Nochebuena y la Navidad se celebran estos días porque el cristianismo situó el nacimiento de Jesús en el solsticio de invierno, que es el momento en que el Sol “renace” cada año, comenzando a tener mayor altura cada día. Pero hay una singular razón, relacionada con la historia del calendario, que explica por qué la Navidad es ahora tres días posterior al solsticio de invierno.
El Sol sale y se pone
más al sur que en el resto del año
Todos sabemos que el Sol sale por el este y se pone por el
oeste. Sin embargo, únicamente sale y se pone en los puntos del horizonte que
señalan el este y el oeste dos días al año, los de los equinoccios, que marcan
el comienzo de la primavera y del otoño.
Durante la primavera y el verano, el Sol sale entre el este y
el norte (por el noreste) y se pone entre el oeste y el norte (por el
noroeste); en otoño e invierno, por el contrario, el Sol sale por el sureste y
se pone por el suroeste.
El solsticio de invierno, este 21 de diciembre, se caracteriza por ser el día del año en que el Sol sale más al sureste y se pone más al suroeste. Y ello determina las otras características del solsticio invernal, que pasamos a comentar: la altura mínima que el Sol alcanza a mediodía y la duración, también mínima, de las horas de luz.
El Sol tiene su menor altura del año
El Sol llega cada mediodía a su mayor altura sobre el
horizonte del día, y entonces se encuentra exactamente al sur (justo sobre el
punto que señala en el horizonte el sur geográfico). La altura del Sol cada
mediodía varía a lo largo del año, alcanzando su altura máxima en el solsticio
de verano y la mínima en el de invierno. En estas fechas de diciembre, en que
está vigente el horario de invierno y una hora de diferencia con la hora solar,
el mediodía ocurre a la una de la tarde.
¿Cómo de alto está el Sol a finales de diciembre al mediodía? La altura mayor que un objeto celeste puede alcanzar sobre el horizonte es el cenit, el punto situado encima de nuestra cabeza. El cenit está a 90 grados de altura sobre el horizonte sur. Pues bien, el Sol llega a mediodía en Huesca en el solsticio de verano a 71 o 72 grados de altura sobre el horizonte sur, y solo a unos 25 grados de altura a mediodía al comienzo del invierno. Fijémonos estos días en la escasa altura del Sol a la una de la tarde, mirando hacia el sur.
El día es más corto y la noche más larga que el resto del año
Este 21 de diciembre, el Sol saldrá en Huesca a las 8 horas y
26 minutos de la mañana y se pondrá a las 17 horas y 32 minutos de la tarde. El
día durará por tanto 9 horas y 6 minutos, y la noche 14 horas y 54 minutos. Estos
son los días más cortos y las noches más largas en tierras oscenses.
La duración del día y la noche al comienzo del invierno
dependen de la latitud del lugar en que nos encontramos. En ciudades situadas
más al norte que Huesca, el día es aún más corto y la noche más larga que aquí.
Y a la inversa, en las que están más al sur, el día es más largo y la noche más
corta que en nuestra ciudad.
En Zaragoza, la duración del día el 21 de diciembre es 3
minutos mayor que en Huesca, de 9 horas y 9 minutos. En Madrid, el día tiene 11
minutos más que aquí (9 horas y 17 minutos). Y tal efecto se acentúa cuanto más
viajamos hacia el sur: en el solsticio de invierno, el día en Sevilla es de 9
horas y 35 minutos, y en Rabat de 9 horas y 53 minutos.
Por el contrario, al norte de Huesca, el día en el invierno es más corto y la noche más larga. El 21 de diciembre, la duración del día en París es de 8 horas y 14 minutos; en Londres, de 7 horas y 49 minutos; y en Estocolmo, de 6 horas y 4 minutos.
El frío llega cuando más cerca estamos del Sol
La órbita de la Tierra en torno al Sol no es circular sino elíptica. El Sol, además, no se encuentra en el centro de dicha órbita sino en uno de sus focos, a dos millones y medio de kilómetros del centro. Todo ello hace que a lo largo del año nos encontremos en unos momentos más cerca y en otros más lejos de nuestra estrella. La distancia mínima, de 147 millones de kilómetros, se alcanza el 3 de enero y la máxima, de 152 millones de kilómetros, el 4 de julio.
¿Cómo es posible que, a principios de enero, cuando acaba de
iniciarse el invierno y más frío hace, sea el momento en que más cerca estemos
del Sol? Ello se debe a que el ciclo de las estaciones no depende de la mayor o
menor cercanía de la Tierra al Sol, sino a que el eje de rotación terrestre no
es perpendicular a nuestra órbita alrededor del Sol (está inclinado 23 grados y
medio).
Si hace frío en invierno es porque, debido esa
inclinación del eje de rotación, en estos meses en Huesca el Sol está más bajo
a mediodía, y el día dura menos horas que en el resto del año. Hay por tanto
menos horas de insolación y, además, los rayos solares, al encontrarse el Sol más
bajo, caen menos perpendiculares, por lo que cada área de superficie recibe
menor cantidad de radiación solar que en el verano.
La fortuna ha querido que nuestras estaciones sean más suaves
que las de los países del sur. Ahora que comienza el invierno en
Huesca, en Argentina, Sudáfrica o Australia comienza el verano. En
el hemisferio norte, empezamos el invierno cuando más cerca nos encontramos de nuestra
estrella y el verano cuando más lejos estamos del Sol. Por el contrario, en los
países del sur el invierno coincide con la mayor lejanía y el verano con el
mayor acercamiento al Sol. Sus estaciones, por esta causa, son algo más
extremas que las nuestras. Esta desigual situación se invertirá, en esta
ocasión a favor del hemisferio sur, dentro de 13.000 años, en virtud de la
precesión de los equinoccios.
El solsticio de invierno y la Navidad
El cristianismo convirtió en fiestas sobresalientes,
celebradas con tradiciones muy arraigadas, el comienzo del verano y del
invierno. El solsticio de verano se festeja la noche de San Juan, y el
solsticio de invierno en Nochebuena y Navidad.
¿Cuál es la razón de que el comienzo de las estaciones y sus festividades cristianas no coincidan, hallándose separados por dos o tres días? ¿Por qué el invierno da inicio el 21 de diciembre, y Nochebuena y Navidad son el 24 y 25? La causa se halla en los 11 minutos que había de diferencia entre el ciclo solar de las estaciones y el año del calendario creado por Julio César, que se acumulaban anualmente. Esa desviación de 11 minutos anuales solo quedó corregida en 1582 con la reforma del calendario llevada a cabo por el papa Gregorio XIII.
Nuestro año de 365 días, con bisiestos, fue creado en Roma
por Julio César en el año 46 a.C. En esa época, el comienzo del
verano y del invierno se producían hacia el 24 de junio y el 25 de diciembre,
tal como se celebran en la actualidad San Juan y la Navidad.
Sin embargo, a partir de la época de César, esos 11 minutos
anuales de diferencia comenzaron a actuar. Y cuando, casi 4 siglos más tarde,
el concilio de Nicea se reunió el año 325 d.C. (el cristianismo
era ya una religión tolerada y estaba próximo a convertirse en el credo oficial
del imperio romano), el comienzo del verano y del invierno tenían lugar el 21
de junio y el 21 de diciembre. Tales fechas fueron, en adelante, las de inicio
de las estaciones, pese a que su celebración se
hacía tres días después, tradición que continúa en el presente.
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