Por Fernando Sa Ramón
La cuestión de «dónde termina el Sistema Solar» comenzó a hacerse más importante para el público hace relativamente poco, cuando las fascinantes naves Voyager enviaron datos sobre la muy lejana zona que estaban atravesando, algo que solo fue posible gracias a que fueron construidas para durar mucho tiempo y a sus baterías de isótopos radiactivos, que permitieron que su misión original (estudiar los grandes planetas exteriores) haya podido ser muy ampliada.
Medio interestelar: Esquema, en escala logarítmica, para representar el Sistema Solar hasta la estrella más próxima (imgur.com).Los límites del Sistema Solar han sido un objeto de muchos debates, ideas erróneas, confusión y dudas, y también de desinformación.
Una vez que salimos a unos pocos kilómetros del final de la atmósfera terrestre, el vacío es casi absoluto, pero no total, y hay diferencias físicas, electromagnéticas y cósmicas que hacen distinguir, astronómicamente, nuestro vecindario planetario de lo que hay fuera de él y de lo que hay mucho más allá.
Las sondas Voyager han salido de la heliosfera, pero NO han salido del Sistema Solar, como se ha dicho en algunos medios; la Heliosfera, como se vio, es la zona de influencia del Sol y su campo magnético, la «burbuja» gigante de partículas cargadas y calientes que lucha contra las radiaciones cósmicas exteriores a ella. Dentro de ella se encuentran todos los planetas, los asteroides y algunos planetas enanos y candidatos a serlo (no todos, puesto que las órbitas muy elípticas de varios de ellos los alejan de la burbuja temporalmente y los vuelven a acercar al Sol), bañados por las radiaciones solares, pero relativamente protegidos de las radiaciones del exterior, mucho más energéticas, radiactivas y dañinas. Sin embargo, el Sistema Solar es mucho mayor: abarca hasta el final de la Nube de Oort, mucho más lejos.
Técnicamente, estas naves sí que se encuentran viajando ahora por el espacio interestelar, o lo harán dentro de poco, porque esa zona ya no está protegida por el Sol, pero ellas siguen dentro del Sistema Solar. Con los datos de que disponemos, no se conoce la forma exacta de todas esas estructuras, pero estas naves están allí, casi sin haberlo previsto, y nos ayudan a hacerlo.
La nube de Oort, o de Öpik-Oort, es una hipotética nube esférica que llega aproximadamente a un año luz del Sol, quizá un poco más, según algunas investigaciones, y es la que define los límites del Sistema Solar (unas 63 400 ua, o 9,5 billones de km; recordemos que una ua son 150 millones de km). Por tanto, las Voyager, a la velocidad impensablemente grande a la que viajan (sobre 50 000 km/h), tardarán entre 20 000 y 25 000 años en abandonarlo.
Posteriormente, su frío viaje continuará, como el de las Pioneer 10 y 11 y la New Horizons, si no chocan con nada (aunque la probabilidad es ínfima), y tardarán cientos de miles o millones de años en acercarse a otros sistemas planetarios.
Como ya vimos, más allá de Neptuno se encuentra el Cinturón de Kuiper, una especie de disco circunsolar de entre 30 y 55 ua (unos 8250 millones de km), que contiene muchos objetos, unos con resonancias gravitatorias con Neptuno y otros sin ellas. Seguidamente, el denominado Disco Disperso, hasta unas 100 ua y el Disco Disperso Extendido (o Exterior), hasta algo más de 1000 ua (más de 150 mil millones de km).
En el principio de esta zona es donde se encuentran las naves Voyager, el posible planeta enano Sedna y el final de la Heliosfera (la heliopausa; quizá, hay una heliosfera interior rodeada por un Frente de Terminación y una heliosfera exterior alargada por detrás, como la cola de un cometa, por efecto del choque contra el medio interestelar y de la traslación, y, por delante, un Frente de Choque más alejado de la heliosfera exterior).
Más lejos se halla, teóricamente, la Nube de Oort interior o Nube de Hills, al parecer, un toroide (forma de donut) de entre 2000 y 30 000 ua (unos 4,5 billones de km), y, rodeándolo todo con forma de esfera, se ubica la Nube de Öpik-Oort, que mide hasta dos años luz de diámetro, más o menos. Recordemos, también, que, a esa distancia tan enorme, los cuerpos están ligados muy débilmente al Sol, por eso pueden sufrir perturbaciones exteriores de los alrededores galácticos, gravitatorias o de otro tipo con bastante facilidad; por eso, algunos cometas de periodo largo que «duermen» allí, pueden ser empujados hacia el Sistema Solar interior.
En este momento, mientras lees esto, todo este conjunto que contiene, probablemente, billones de objetos, los planetas y el Sol en el centro, atraviesa una nube de polvo, hidrógeno y partículas cargadas muy energéticas en su rapidísimo desplazamiento de rotación alrededor del centro de la Galaxia.
Si quisiéramos hacer una maqueta para representar todo esto para hacernos una mejor idea, podríamos pintar un puntito de un milímetro en el suelo representando el Sol, y, entonces, tendremos que poner a la Tierra a 10,7 centímetros de distancia, Neptuno a 3 metros, las Voyager a 15 m, y el final de la Nube de Oort y del Sistema Solar, a 7 kilómetros. Y los sistemas planetarios más próximos, a 28 y a 140 km. Se podría representar al Sol con algo de mayor tamaño, pero, entonces, las distancias harían que la maqueta no cupiera en la Tierra entera.
«Una de las grandes revelaciones de la exploración espacial es la imagen de la Tierra, finita y solitaria, de alguna manera vulnerable, portando a toda la especie humana a través de los océanos del espacio y del tiempo».
Carl Sagan, astrónomo y divulgador
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