De la luz a la imagen – Parte II: Cómo los colores revelan la química del Universo

 Por Luis Romero Ventura (Astrotolva)

Cuando observamos una imagen espectacular de una nebulosa, llena de tonos rojos, verdes, azules o violetas, es natural preguntarse: ¿Son reales esos colores? ¿Qué significan? ¿O están puestos a propósito?

En esta entrada ahondamos en lo que estuvimos analizando anteriormente, la elaboración de imágenes compuestas y conoceremos a fondo los principales objetos celestes que nos asombran con sus colores.

Imágenes de la galaxia del Remolino M51 (asignación de cada canal con su correspondiente filtro).

Una de las técnicas más utilizadas en astrofotografía es la creación de imágenes compuestas. Esto implica tomar varias exposiciones con diferentes filtros y combinarlas para formar una imagen en color (RGB). Este proceso no solo produce imágenes visualmente impresionantes, sino que también proporciona una visión más completa y detallada del objeto observado. Por ejemplo, las estrellas jóvenes y calientes pueden aparecer más prominentes en imágenes tomadas con filtros azules, mientras que las regiones de formación estelar pueden ser más visibles con filtros de hidrógeno alfa.

M51 Galaxia del Remolino. Imagen combinada de tres canales RGB (foto del autor).

La importancia de la luminancia

Además de los filtros de color, el filtro de luminancia juega un papel crucial. Este filtro permite el paso de una amplia gama de longitudes de onda, lo que proporciona una imagen en blanco y negro (escala de grises) que captura detalles finos y estructuras.

Al combinar la imagen de luminancia con las imágenes de color, se obtiene una imagen final que es tan detallada como colorida. En la luminancia se encuentran los finos detalles de las estructuras que componen las nebulosas y galaxias.


NGC 7293 Nebulosa de la Hélice. Imagen con filtro de Luminancia.
Detalles de las estructuras más finas. Foto del autor.

Clasificación de los principales objetos celestes

Nebulosas

Una nebulosa es una enorme nube de gas (principalmente hidrógeno y helio) y polvo cósmico en el espacio interestelar. Son regiones claves para la formación de estrellas.

Tipos comunes de nebulosas

o Nebulosas de emisión: brillan por la radiación de estrellas cercanas.

o Nebulosas de reflexión: reflejan la luz de estrellas cercanas.

o Nebulosas oscuras: bloquean la luz de objetos detrás de ellas.

o Nebulosas planetarias: restos de estrellas moribundas, como la famosa

Un ejemplo famoso: La M20 Nebulosa de la Trífida, una nebulosa de emisión, reflexión y de absorción al mismo tiempo.

M20 nebulosa de la Trífida. Imagen combinada L-RGB (foto del autor).

La Nebulosa de la Trífida (M20) es una región de formación estelar que combina tres tipos de nebulosas: de emisión, de reflexión y oscura. En una imagen L-RGB de larga exposición, como la que se muestra arriba, se pueden distinguir claramente dos zonas con coloraciones distintas:

🔴 Región central rojiza (nebulosa de emisión): La emisión de luz proviene del hidrógeno ionizado (región HII). Una estrella de tipo O, muy caliente y masiva, emite radiación ultravioleta que ioniza el hidrógeno del gas circundante. Cuando los electrones se recombinan con los protones, se emite luz en la línea Hα (656.3 nm), que aparece como rojo intenso. Este fenómeno indica una alta concentración de hidrógeno y la presencia de procesos activos de formación estelar.

🔵 Región externa azulada (nebulosa de reflexión): La luz azul proviene de estrellas cercanas cuya radiación es reflejada por el polvo interestelar. Este polvo no emite luz propia, pero dispersa la luz azul de estrellas relativamente templadas (tipo A o F), que no tienen suficiente energía para ionizar el gas. Esta coloración revela la presencia de granos de polvo compuestos por silicatos, carbono y hielo, que reflejan la luz estelar.

Galaxias

Una galaxia es un sistema gigantesco compuesto por miles de millones de estrellas, planetas, gas en distintas formas (ionizado, neutro, atómico o molecular) polvo interestelar y materia oscura, todo ello vinculado por la gravedad.

Tipos principales:

o Espirales: como nuestra Vía Láctea.

o Elípticas: más redondeadas y con menos formación estelar.

o Irregulares: sin forma definida.

Dato curioso: Se estima que hay más de dos billones de galaxias en el universo observable.

M81 Galaxia de Bode. Imagen combinada L-RGB (foto del autor).

La galaxia M81 es una de las más cercanas y brillantes del cielo nocturno, lo que la convierte en un objeto ideal para observaciones en múltiples longitudes de onda. En una imagen L-RGB de larga exposición, como las que se obtienen en astrofotografía avanzada, los colores que se observan no solo embellecen la imagen, sino que revelan procesos físicos y químicos que ocurren en diferentes regiones de la galaxia.

🔴 Regiones rojizas, hidrógeno ionizado (nebulosas de emisión): Estas zonas corresponden a nebulosas de emisión que brillan en la línea Hα (656.3 nm), característica del hidrógeno ionizado. El proceso físico asociado implica que estrellas jóvenes y masivas (tipo O y B) emiten radiación ultravioleta que ioniza el hidrógeno en las nubes de gas. Al recombinarse los electrones con los protones, se emite luz roja. Su composición química indica una alta concentración de hidrógeno y la presencia de formación estelar activa en los brazos espirales.

🔵 Regiones azuladas, estrellas jóvenes y calientes: Estas zonas muestran la luz directa de estrellas jóvenes de tipo O, B y A. El proceso físico asociado es la emisión de luz azulada debido a su alta temperatura (más de 10.000 K). El significado químico es que se trata de poblaciones estelares recientes, donde el gas ha colapsado para formar nuevas estrellas.

Regiones blanquecinas o amarillentas, estrellas viejas: Estas regiones corresponden a la luz de estrellas más frías y evolucionadas, como gigantes rojas y estrellas de tipo G o K. El proceso físico está relacionado con las estrellas dominantes en el bulbo central de la galaxia. El significado químico apunta a poblaciones estelares antiguas, con menor actividad de formación estelar y una mayor presencia de elementos pesados acumulados por generaciones anteriores.

Cúmulo estelar

Un cúmulo es un grupo de estrellas que se formaron juntas y permanecen gravitacionalmente unidas.

Tipos de cúmulos:

o Cúmulos abiertos: jóvenes, con pocas estrellas, como las Pléyades.

o Cúmulos globulares: más antiguos, con cientos de miles de estrellas, como el cúmulo M13 en Hércules.

Importancia: Ayudan a estudiar la evolución estelar y la estructura galáctica. M13 es un buen ejemplo.


M13, el gran cúmulo globular de Hércules. Imagen combinada RGB (foto del autor).

M13, el gran cúmulo de Hércules, es uno de los más espectaculares que se ven del hemisferio norte, y los colores en las imágenes astronómicas nos revelan mucho sobre la composición química y evolución de sus estrellas.

🔵 Estrellas azules: Temperatura muy caliente (más de 10 000 K). Son del tipo de estrellas de la secuencia principal o estrellas azules rezagadas (blue stragglers), que parecen más jóvenes de lo esperado. Su composición puede tener menos metales (elementos más pesados que el helio), lo que es típico en cúmulos globulares antiguos.

🟡 Estrellas amarillas o blanquecinas: Temperatura intermedia (entre 5000 y 7000 K).  Estrellas como el Sol, en fase de secuencia principal o gigante. Su composición en este cúmulo globular M13, dichas estrellas suelen tener baja metalicidad, lo que indica que se formaron en una época temprana del universo.

🔴 Estrellas rojas: Temperaturas frías (menos de 4000 K). Son del tipo gigantes rojas en etapas avanzadas de evolución. Su composición rica en elementos como carbono y oxígeno, producto de la fusión nuclear en sus núcleos.

Conclusión

La astrofotografía y la creación de imágenes compuestas no solo nos brindan imágenes visualmente impresionantes del Universo, sino que también nos facilitan una comprensión más profunda de los procesos físicos y químicos que ocurren en los objetos celestes.

Mediante el uso de filtros de color y de luminancia, podemos revelar detalles ocultos y estructuras finas en nebulosas, galaxias y cúmulos estelares. Estas técnicas nos ayudan a desentrañar los misterios del Cosmos y a apreciar la belleza y complejidad del Universo.


De la luz a la imagen – Parte I: Cómo los colores revelan la química del Universo

 Por Luis Romero Ventura (Astrotolva)

Cuando observamos una imagen espectacular de una nebulosa, llena de tonos rojos, verdes, azules o violetas, es natural preguntarse: ¿Son reales esos colores? ¿Qué significan? ¿O están puestos a propósito?

En Astronomía, los colores no solo embellecen las imágenes, sino que revelan la composición química y los procesos físicos que ocurren en el cosmos.

M42 Nebulosa de Orión. Imagen obtenida por Ángel García Borrella y Lluís Romero Ventura.

La astrofotografía es una ventana al cosmos que nos permite capturar la belleza y complejidad del Universo. Uno de los aspectos más fascinantes de esta disciplina es el uso de filtros astronómicos, que juegan un papel crucial en la obtención de imágenes detalladas y coloridas de galaxias, nebulosas y otros objetos celestes.

Esos hermosos colores que ves en las astrofotografías tienen un significado y nos ayudan a entender de qué está hecha esa nebulosa u otro objeto celeste y qué está ocurriendo en ella.

En Astronomía, los colores no solo embellecen las imágenes, sino que revelan la composición química y los procesos físicos que ocurren en el cosmos.

La luz nos cuenta una historia

En el espacio, los átomos de los distintos elementos químicos (como el hidrógeno o el oxígeno) pueden brillar cuando reciben energía, por ejemplo, de estrellas cercanas. Cada tipo de átomo emite luz en un color específico, como si tuviera su propio “color favorito”.  Este fenómeno se llama emisión espectral, y funciona como una especie de firma luminosa que nos permite saber qué gases hay en una nebulosa ¡sin tener que ir hasta allí!

¿Cómo se hacen estas fotos?

Los telescopios suelen usar cámaras en blanco y negro (llamadas sensores monocromáticos) porque son más sensibles y pueden captar detalles muy tenues.  Para obtener una imagen en color, se hace lo siguiente:

1. Se toman varias fotos del mismo objeto, cada una con un filtro diferente, por ejemplo, el rojo, el verde o el azul, también conocidos como filtros RGB (Red, Green, Blue).

2. Cada filtro deja pasar solo un tipo de luz, una longitud de onda (por ejemplo, la del hidrógeno o la del oxígeno).

3. A cada foto se le asigna un color que representa el tipo de luz que captó. Esta asignación se hace a través de un programa de tratamiento de imágenes específico para este fin.

4. Finalmente, se combinan todas las fotos para formar una imagen en color natural RGB (ver imagen de arriba).

Así, el color que vemos en la imagen final no es solo decorativo: nos dice qué elementos químicos hay en esa zona del objeto celeste.

La ciencia detrás de los filtros

¿Cómo influyen exactamente estos filtros en el resultado final de las fotos?

Cada filtro astronómico está diseñado para permitir el paso de ciertas longitudes de onda de luz mientras bloquea otras. Esto significa que diferentes filtros pueden resaltar distintas características de los objetos astronómicos. Por ejemplo, un filtro de hidrógeno alfa (Hα) permite observar las regiones ricas en hidrógeno (color rojo), que suelen aparecer en tonos rojos.  Por otro lado, un filtro de oxígeno III (OIII) destaca las áreas con oxígeno ionizado, mostrando tonos verdes o azules.

Identificación de elementos y estructuras

El uso de filtros específicos no solo añade color a las imágenes, sino que también ayuda a identificar la presencia de ciertos elementos químicos. Esto es esencial para la Astronomía, ya que permite estudiar la composición y las propiedades de los objetos celestes. Por ejemplo:

Filtro de Hidrógeno Alfa (Hα): Resalta las regiones de formación estelar, que suelen ser ricas en hidrógeno. Si ves una zona roja, probablemente hay hidrógeno (Hα), que es el gas más común en el espacio.

Filtro de Oxígeno III (OIII): Muestra las áreas con oxígeno ionizado, comúnmente encontradas en nebulosas planetarias y restos de supernovas. Si ves azul verdoso, puede ser oxígeno (OIII), que brilla en ese color cuando está muy caliente.

Filtro de Azufre II (SII): Destaca las regiones con azufre ionizado y proporciona información adicional sobre la composición química de las nebulosas. Si ves rojo oscuro, puede ser azufre (SII), que también emite luz, pero en una longitud de onda diferente.

En definitiva, los filtros astronómicos son herramientas poderosas que permiten a los astrónomos y astrofotógrafos explorar y comprender mejor el universo. Al seleccionar y combinar diferentes filtros, es posible revelar aspectos ocultos de los objetos celestes, proporcionando una visión más rica y detallada del cosmos. Así, cada imagen astronómica no solo es una obra de arte, sino también una fuente de valiosa información científica.

En la próxima entrada continuaremos descubriendo los secretos de la astrofotografía y estudiaremos algunos de los objetos celestes más llamativos.

Desmontando algunos mitos y leyendas urbanas (Parte II)

Por Fernando Sa Ramón

Una de las tareas divulgativas más difíciles de hoy es desmentir y explicar la gran cantidad de mitos, leyendas urbanas, bulos, supersticiones, rumores y engaños que circulan por nuestra desorientada sociedad y que ya se encuentran arraigados en la cultura popular. En muchos casos, se pueden demostrar de forma clara, visual y fácil, pero, en general, es una tarea ímproba y agotadora.

La icónica escena de la destrucción de la Estrella de la Muerte en la película Star Wars, Episodio VI: El retorno del Jedi (1984).

En la entrada anterior hemos analizado los mitos sobre el uso de nuestro cerebro, las dimensiones de la Gran Muralla China y otras grandes construcciones humanas, y el supuesto efecto de la Luna sobre los seres vivos. Aquí continuamos desmenuzando otras leyendas y teorías igual de curiosas y comunes en la industria cultural y la cultura popular. Y si se te ocurren más, no dudes en contarnos.

Los sonidos del espacio

Exceptuando unas pocas, las películas de ciencia ficción se saltan muchas leyes físicas para favorecer la espectacularidad y generar más emociones en el público. Algo muy común y recurrente es el del sonido en el espacio (explosiones, motores de naves): en el espacio exterior NO se oye el sonido, puesto que es una vibración que se transmite por medios físicos (aire, sólidos, agua…) y, en el vacío espacial no los hay; por tanto, no se propaga, aunque se vean los hechos que lo producirían. Tampoco son auténticas esas explosiones que se suelen mostrar, ya que no hay oxígeno para que se produzcan tales combustiones. Tomemos las películas como lo que son: entretenimiento y mucha imaginación.

Los vidrios de las vidrieras antiguas son más gruesos en la parte de abajo que en la de arriba porque, con el paso de tanto tiempo, el vidrio ha fluido un poco.

Naturaleza muerta en el escaparate de los grandes almacenes Herrmann Gerson, Berlín (antes de 1927).

Lo que mucha gente no sabe es que se hacían los paneles de vidrio un poco más gruesos en la parte inferior a propósito para que aguantara mejor el peso. Parte de la comunidad científica afirma que el vidrio es un «fluido metaestable», pero eso NO significa que se mueva como la miel o la cera a lo largo de años o siglos. Es más, en el transcurso de millones de años, es muy probable que se cristalice, porque ese es un estado más estable que su estado amorfo actual (sin grupo cristalino). Alguien pensará que, geológicamente, las rocas y los cristales se deforman con el paso de mucho tiempo, pero para eso hacen falta monstruosas presiones y temperaturas, las cuales no se dan en el ambiente de las catedrales.

Los rayos no caen dos veces en el mismo sitio

Múltiples rayos eléctricos cayendo sobre una población. Foto de las Fuerzas Aéreas de EE. UU.

Muchas veces se oye decir esto, y me temo que es falso: los rayos caen donde y cuando “les apetece”, no hay una norma ni una forma de pronosticar lo que hará algo que desata tanta energía de golpe. Sí es más probable que golpeen en objetos metálicos y en mayor altura, pero no es condición necesaria ni invariable, sólo es más previsible.

Es habitual que las ráfagas de varios rayos incidan en un mismo punto en segundos, incluso en repetidas ocasiones en una misma tormenta, ya que hay, al parecer, determinadas zonas geológicas o edáficas que atraen más a los rayos que otras, aun siendo de menor altura que otros elementos que las rodean, porque estas contienen más minerales metálicos o ferrosos, o agua con más sales, por ejemplo. También les atraen mucho los aparatos electrónicos, así que mucho cuidado con los móviles y cámaras durante las tormentas.

El efecto mariposa

El llamado «efecto mariposa» suele llevar a interpretar literalmente esas palabras, pero por más que mueva las alas una mariposa, no va a provocar un huracán a largo plazo. Lo que quiere decir esta metáfora es que muchas acciones tienen sus repercusiones, a veces inesperadas, como el cambio climático, las especies invasoras, la globalización negativa, la sobreexplotación de recursos.

Diagrama del atractor extraño que posee el modelo de Lorenz para el tiempo atmosférico. Si bien este «atractor» del modelo tiene forma de mariposa, el nombre del concepto no tiene en sí mismo nada que ver con la forma del atractor. Foto de Wikimol, Dschwen.

El agua del váter gira para lados opuestos según el hemisferio

Un tema que desata bastantes discusiones es el del giro del agua en los desagües del hemisferio norte y del sur. Según mantienen algunas personas, el agua al vaciarse de un lavabo o un recipiente similar, gira en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte y al revés en el hemisferio sur debido a la rotación de la Tierra.

Pues esto es falso. Estas personas que buscan atraer turistas u obtener visitas a sus perfiles simplemente determinan la dirección del giro dependiendo de cómo o por dónde sale el agua. Incluso hay vídeos en los que el giro les ha salido al revés en países distintos que están situados en el mismo hemisferio.

Parte de la explicación de esta falacia se debe a la falta de comprensión del efecto Coriolis: se trata del efecto que se observa cuando un objeto se encuentra en movimiento en un sistema de referencia en rotación, que consiste en una aceleración relativa del objeto respecto de ese sistema en rotación, perpendicular al eje de giro y a la velocidad del cuerpo. Dado que el objeto parece ganar una aceleración desde el punto de vista del observador en rotación, es como si para este hubiese una fuerza que acelera al objeto (no así para el observador exterior), pero en realidad no la hay, es una fuerza inercial o ficticia que se introduce para explicar esa aceleración aparente debida a que el sistema está rotando, y es lo que se llama «fuerza de Coriolis».

Este breve video es uno de los muchos que explican de forma sencilla el mito sobre el efecto Coriolis en el desagüe de los lavabos y váters. 

Pues bien, este efecto es determinante para las masas totales de agua y de aire de nuestro planeta, pero NO para unas cantidades tan pequeñas como la de un lavabo o un cubo, ni siquiera una piscina, ya que estas, desde el punto de vista de la Física, forman parte del mismo sistema en rotación (la Tierra), y, por tanto, las formas de desaguar dependerán de otros factores más significativos como rozamientos, viento, rugosidades, o el lado hacia el cual se haya sacado el tapón, y muchas veces el agua ni siquiera gira.

Para entenderlo mejor hay que saber que cualquier masa pequeña de agua en reposo nunca comienza a girar poco a poco por el efecto Coriolis, y al contrario, si la hacemos girar hacia un lado o hacia el otro, parará por sí sola (por ejemplo, en cubos, charcos, piscinas o lagos). Por la misma razón, si damos un buen salto hacia arriba, la tierra no se nos va de los pies y nos adelanta, sino que (afortunadamente) volvemos a caer en el mismo punto.

La tendencia de giro de masas de agua y aire varía según el hemisferio considerado.
La ilustración muestra el patrón para los anticiclones. Las borrascas giran en sentido opuesto.

Sin embargo, el efecto Coriolis es un efecto real y claro para los sistemas de nubes y corrientes de la atmósfera: las altas presiones tienden a fluir hacia las bajas presiones (diferencias originadas por el desigual calentamiento de la superficie de la Tierra por parte del Sol, que es  el motor de la meteorología y el clima), y aquí ese gran flujo (el viento) sí es afectado, pero muy poco a poco, por la rotación terrestre, de manera que, en el hemisferio norte, va girando a la derecha, y en el sur, a la izquierda. Así se van formando los sistemas nubosos y de viento y su giro predominante, cuyo caso más extremo son los ciclones tropicales (huracanes y tifones); los tornados pueden girar en uno o en otro sentido, en el que lleva la formación nubosa o al contrario, porque dependen de otros factores meteorológicos y geográficos más complejos y, sobre todo, de las diferencias de presiones en la propia tormenta y en los alrededores.   

¡Nos fumigan desde el cielo!

Interesante la cantidad de teorías que surgen en torno a los chemtrails y esas ideas de que «nos fumigan desde aviones», o que lanzan cosas para que llueva y para que no llueva, que siembran virus, que nos controlan la mente con sustancias químicas, que si quitan las nubes o se las echan a los vecinos, que provocan enfermedades con los productos químicos usados para intentar disipar tormentas.

En esto hay una pequeñísima parte de verdad y todo lo demás es bulo puro y duro, maldad de unos, ignorancia de otros y autoengaños de quien quiera. 

Las estelas que dejan los aviones en altura no son más que vapor de agua congelada con un poco de contaminación por quemar combustible, como cualquier motor, y su duración en el cielo depende de las distintas condiciones atmosféricas.

No son chemtrails, son contrails o vapor trails (estelas de condensación o de vapor).
Imagen de Wikimedia Commons.

Por otra parte, hace mucho tiempo que se hacen pruebas para intentar controlar las lluvias, el granizo y las tormentas, por ejemplo, mediante siembra de gránulos salinos para que se formen gotas con mayor facilidad, pero para ello hacen falta nubes, así que en días claros o con simples cirros de gran altura, las estelas poco van a hacer, excepto cubrir el cielo con un velo traslúcido.

No sabemos si en el futuro se podrá controlar el clima o no, pero hoy por hoy, no es posible. Y si un día se llegara a hacer, solo provocaría más desigualdades y guerras. En general, la intención científica puede ser para el bien, pero la historia demuestra que el dominio de algo así nos enfrentará aún más.

Y lo de “fumigarnos”, “enfermarnos” y “envenenarnos”, no es necesario que lo hagan desde aviones: ya se hace desde aquí abajo, y es más sencillo y barato.

¿Cuál es el parásito más resistente? ¿Una bacteria? ¿Un virus? ¿Una lombriz intestinal?... UNA IDEA. Una vez que una idea se ha instalado en el cerebro es casi imposible erradicarla. Incluso puede contagiarse. 

(De la película Inception)

Desmontando algunos mitos y leyendas urbanas (Parte I)

Por Fernando Sa Ramón

La cultura popular ha sido fuente de grandes saberes y, también, de muchos mitos, supersticiones y leyendas urbanas, algunas simpáticas y graciosas, otras más serias y con graves consecuencias. Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo son los bulos y las teorías que niegan la evidencia científica y que se diseminan a velocidades meteóricas por las redes sociales, y aunque abunda la evidencia para desmentirlas, cada vez son más difíciles de controlar.

¿Conque sólo usamos el 10% de nuestro cerebro? ¡Falso!

Los hay de todo tipo y en todos los ámbitos: sobre deportes, celebridades, música, extraterrestres, militares, geopolítica, religión, ciencia, tecnología, ordenadores, relaciones sociales, viajes, salud, alimentación, economía… Algunos mitos y leyendas urbanas surgen con la buena intención de aleccionar o prevenir al prójimo, y otros, solamente por desconocimiento o, a veces, mala fe. De toda esa variedad de bulos, unos pocos llegan a convertirse en rebuscadas teorías conspiratorias, que se caracterizan por ser sumamente persistentes y tener el potencial de anular la capacidad de análisis crítico de la gente.

En esta entrada y en la próxima analizamos algunos de esos mitos antiguos y modernos más conocidos que se relacionan con temas científicos, los que más nos interesan.

¿Solo usamos el diez por ciento del cerebro?

En absoluto. Esta afirmación puede ser una mala interpretación de algo que se dijo, no se sabe a ciencia cierta quién, y antes de los recientes avances científicos. Si usáramos así el cerebro caeríamos al suelo como vegetales. Las técnicas de neuroimagen demuestran que todo el cerebro es funcional al cien por cien, incluso cuando dormimos, aunque, hoy por hoy, no se pueda explicar totalmente su mecánica.

Como si este mito ya no estuviese demasiado extendido, Hollywood no tuvo mejor idea que reforzar la falacia con la película Lucy (2014), protagonizada por Scarlett Johansson y Morgan Freeman.

Portada del film Lucy (2014), que hizo de la falacia una película de acción.

Sí sucede que no todas las regiones están activas al mismo tiempo. También varía por estar más o menos en reposo, por el rendimiento que cada cual pueda sacarle y por el hecho de que las conexiones neuronales hagan a cada persona más propensa que otras para unas cuestiones concretas. Pero, en resumen, vamos a seguir utilizando la capacidad mental total y, sobre todo, el pensamiento crítico.

La Gran Muralla China se ve desde el espacio a simple vista

Por suerte, hoy contamos con unas herramientas que hace unos años no existían, como los mapas satelitales, que nos permiten desmentir rápidamente y de un vistazo esta idea errónea que apareció hace tiempo de que «la Gran Muralla China es tan larga que se ve desde el espacio». Puesto que se está confundiendo la longitud con el tamaño real, creemos que esto sería posible, pero es demasiado estrecha para poder verse desde tan lejos; ni siquiera se ven las autopistas o algunos ríos, que son más anchos que la muralla. Escasamente se puede apreciar el Gran Cañón del Colorado, aunque sí se ven otros ríos de cauce mayor.

La Gran Muralla China, contruida en el siglo XVI para proteger la frontera norte del Imperio chino.
Es imposible que esta "línea" pueda verse desde el espacio.

Asimismo, a pesar de su gran tamaño, las pirámides de Egipto tampoco se ven desde el espacio. Las imágenes que nos presentan de estos objetos y muchos otros menores, tomadas desde los satélites o desde la Estación Espacial Internacional, están hechas con potentes teleobjetivos que permiten un acercamiento espectacular. Para ver estructuras desde el espacio a simple vista han de tener un tamaño muy considerable, al menos dos o tres kilómetros de diámetro; por eso son más visibles muchos elementos naturales, como selvas, desiertos, mares y lagos.

No obstante, sí hay miles de construcciones humanas por todo el planeta visibles desde órbitas habituales debido a su extensión que las destaca del entorno: cientos de ciudades grandes (no las carreteras, pero sí las aglomeraciones urbanas a su alrededor), embalses, minas a cielo abierto, salinas, plantas solares, plantas industriales y refinerías. Por ejemplo, la cantera de mármol de Carrara; las gigantescas urbanizaciones dentro del mar en la península arábiga; la desecación del mar de Aral (entre Uzbekistán y Kazajistán), del lago Chad (entre Chad y Nigeria) y del lago Poopó (en Bolivia, junto al salar de Uyuni); la acumulación de polvo en la cinta transportadora de fosfatos entre Bucraa y El Aaiún (la más larga del mundo con unos 105 km en Marruecos); parte del Canal de Suez y del Canal de Panamá; nuevos cultivos y regadíos en el desierto, etc., y, sobre todo, los plásticos de los invernaderos de Almería, y la deforestación de la cuenca del Amazonas, del centro de África y de países asiáticos. Y, por supuesto, la visión nocturna de la civilización y su contaminación lumínica.

Imagen satelital de Google: las colosales conurbaciones de Curitiba, San Pablo y Río de Janeiro, y muchas otras ciudades (manchas grises), playas, embalses, selva y deforestación, nuevos cultivos… Pero ninguna muralla será visible desde aquí.

Los cráteres de la Luna tampoco se pueden divisar a simple vista desde la Tierra: lo que vemos son otras formaciones geográficas mucho mayores llamadas «mares» y «tierras». Para ver los cráteres es necesario el uso de teleobjetivos, prismáticos o telescopios. Por la misma razón, desde la Luna sólo se ven nubes, océanos y algunas partes de continentes; para ver más detalles de la Tierra se necesitarían esos mismos equipos. 

La Luna incide en el comportamiento de los seres vivos

Respecto a la posible influencia de la Luna sobre los seres vivos hay que decir que, pese a los numerosos estudios científicos sobre el tema, no hay evidencias de relaciones causa-efecto entre ambos, salvo leves alteraciones debidas a la cantidad de luz lunar que hay en determinado momento, en la actividad nocturna de ciertos animales y plantas, y en el comportamiento en las fases del sueño humano, posiblemente heredado de la forma de subsistencia de nuestros ancestros. Por tanto, todas esas creencias son más bien fruto de la imaginación humana y de la difusión de cuentos e historietas fantásticas, del equívoco de quienes malinterpretan fenómenos naturales y costumbres antiguas, de la autosugestión o el deseo de que fuese así, y de la falta de conocimiento sobre cómo funciona la Naturaleza y la física.

Quizá sí sería interesante que se llevara a cabo algún estudio científico que recopile muchos datos acerca del comportamiento real de plantas, cultivos o cultura del vino, entre otros, para ver hasta qué punto son reales las presuntas influencias de las fases lunares en este aspecto.

La cantidad de luz reflejada por la Luna podría incidir en los comportamientos de plantas o animales puntualmente, pero nada más. La veamos o no, la Luna está allí, aunque sea en fase de nueva o cuando está nublado.

No existe evidencia científica de que la Luna influya en los embarazos y partos.

Según numerosos estudios con millones de mujeres, la Luna tampoco influye en los embarazos y partos, como se viene diciendo desde la antigüedad. El efecto gravitacional de la Luna es muy leve como para incidir en ello, pero sí es suficiente para afectar las mareas y a los movimientos gravitatorios del conjunto Tierra-Luna. De hecho, sirvió en un pasado muy remoto, en combinación con otros factores, para que se pudiera estabilizar la rotación de la Tierra y favorecer el desarrollo de la vida y la biosfera en conjunto, pero nunca ha tenido incidencia a nivel de seres vivos individuales.

Podemos explicar estas cosas mil veces, pero siempre habrá quien construya un argumento que se ajuste a sus creencias. Ya es parte de la imaginación humana y la cultura popular.

En la próxima entrada analizaremos otros mitos «científicos» muy populares, y te invitamos también a compartir y desmentir otros que conozcas.


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